A medida que las ciudades crecen, los centros de producción se desplazan fuera de las ciudades, dejando a las áreas urbanas sin capacidad productiva. Además, el distanciamiento geográfico entre los puntos de producción y consumo crean un modelo desequilibrado debido a las consecuencias del continuo transporte horizontal de mercancías, así como dependencia del suministro externo y una falta de control del usuario en los productos que consume.
Los alimentos serán los protagonistas en la nueva vida del conjunto, y todas las fases de la cadena de producción estarán presentes, desde su cultivo en el entorno, hasta su tratamiento y conservación, experimentación y formación, consumo y degustación. El complejo se convertirá en un condensador de los mundos rural y urbano, y esta compactación espacial del proceso abaratará costes y reducirá pérdidas de materia prima.
Gracias a la gran variedad de usos que rodean el mundo culinario, la producción de alimentos es compatible con el potencial que tiene el conjunto para convertirse en un emblema público. Los visitantes se acercarán al producto que consumen, y tomarán conciencia del proceso que se encuentra detrás. Será un lugar donde celebrar la cultura gastronómica.
La sección del edificio revela dos zonas muy diferenciadas por sus características espaciales. Por un lado, dos salas de mayor altura libre y cubiertas por lucernarios en toda su anchura – una en cada nave – y por otro dos plantas de reducida altura libre comprimidas por forjados y vigas de descuelgue, situadas en la nave oeste. Los usos más públicos se sitúan en los espacios principales – comedor, degustación, eventos, mercado, auditorio – mientras que los usos menos públicos – centro de tratamiento de alimentos, laboratorios, escuela de cocina y salas de showcooking, gestión del edificio – se sitúan en el resto de espacios de menor escala.
La intervención sobre los espacios principales de ambas naves está íntimamente relacionada con el elemento más singular del edificio: los lucernarios. La instalación de un sistema de cortinas que se deslizan paralelamente a la estructura longitudinal de las aperturas de cubierta, ensalza la luz y el lucernario como elemento principal de la fábrica, y permite crear una secuencia de espacios más o menos iluminados tanto en la nave este, a cota 0, como en la nave oeste, a cota +4.33. El elemento cortina crea atmósferas de diferente iluminación – la atmósfera lucernario y la atmósfera entre lucernarios – al mismo tiempo que conserva la profundidad visual de las naves poniendo en valor su espacialidad.
La naturaleza efímera de la cortina asegura la flexibilidad de la división del espacio de la nave, pudiendo éste dividirse según el uso que vaya a acoger. En la planta baja, las bandas del menor tamaño – del tamaño del lucernario o entre lucernarios – pueden acoger salas de comedor de tamaño medio, o salas de degustaciones. La unión de dos o más de estas bandas permite realizar actividades con una mayor acogida de público, como ferias, congresos, o bodas. En la planta a +4.33 el sistema de cortinas se mantiene, pero sin llegar éstas al suelo, lo que permite desarrollar el uso de mercado sin interrupción en toda su extensión, a la vez que se siguen destacando la luz y los lucernarios como elementos principales de la fábrica.